Querido Oscarín, sé que no estás lejos, pero duele mucho no poderte ver. Durante estos quince años hemos vivido juntos tantas situaciones duras y siempre has estado a mi lado aguantando con alegría cada cambio de vida y circunstancias. ¿Recuerdas cuando dejabas parte de la comida de tu plato para piolín y te retirabas? ¿O cuando le enseñabas a hacer sus cositas en el agujerito del bidé? Recuerdo cuando subías a los árboles o cuando venías corriendo con nosotros casi hasta la orilla del mar. Cuando estabas suelto en la montaña y cada día cazabas algo y me lo traías hasta la cabaña. Cuando yo tenía problemas de salud y nadie se enteraba pero tú te dabas cuenta y venías a hacerme compañía. Siempre que veías alguien débil o enfermo te acurrucabas a su lado. Nunca pararía de recordar cosas bonitas de ti. Eres sabio, generoso, noble y elegante. Únicamente deseo con todo mi corazón encontrarte de nuevo en el puente del Arco iris y entrar juntos al jardín que jamás se marchita, junto a Dios.