Llegaste a nuestras vidas de casualidad, una casualidad de las más bonitas tras una anterior pérdida. No contábamos con ampliar la familia; pero llegaste tú, esa bolita de pelo blanca y sucia, de apenas mes y medio.
Has sido una gata maravillosa. Acompañaste a Mamá, y después a Papá, siempre cuidándolos para que no se sintieran solos.
Con esa nariz tan rosita. Con ese pelaje tan suave. Eras juguetona y muy cariñosa. Adorabas salir y tomar el sol. Dormir con mi hermana. Nunca olvidaremos tu ronroneo y tus ojos.
Gracias por velar por todos nosotros. Gracias por guiarnos. Te queremos infinito Mery.